Postales desde uno de los edificios más odiados de Edimburgo

Si caminas hacia el sur de Edimburgo desde la Old Town, en dirección al parque de los Meadows, pronto te encontrarás entre edificios universitarios de la University of Edinburgh. El campus central de la Universidad de Edimburgo, entre George Square y Potterow, intercala edificios históricos con construcciones nuevas.

El Old College o el McEwan Hall, donde se gradúan los estudiantes de la universidad (aquí te cuento cómo es la ceremonia), se confunden con elegancia con la ciudad vieja. Los edificios más recientes del campus, en cambio, no logran camuflarse. Y no solo eso: en una ciudad con aires de cuento medieval, cualquier paso arquitectónico en falso se paga caro, y algunos de los edificios construidos en las pasadas décadas en la University of Edinburgh se han ganado la reputación de ser de los más feos de Edimburgo.

Edimburgo desde la Appleton Tower

Más o menos antiestéticos, hoy le dedico estas postales a uno de esos edificios marginados, la Appleton Tower. Esta torre gris e insípida se construyó en los años 60 y está entre las más odiadas de la ciudad, pero el interior guarda una sorpresa difícil de imaginar desde fuera: unas vistas poco habituales de Edimburgo.

En agosto, mientras Quim escribía la tesina de su máster allí, pasé muchas noches en los pasillos y salas de la Appleton Tower, buscando una vista nueva tras los cristales de cada habitación. Las plantas más altas se elevan por encima de las casas de los barrios del sur de la ciudad, y Edimburgo se ve como un manto de chimeneas y tejados, rasgado solo por la aguja de alguna iglesia y por los Pentlands.

Al atardecer, los primeros sonidos llegaban desde la animada terraza del bar The Pear Tree (38, West Nicolson St). Detrás del bar está la única elevación del paisaje mirando hacia el sur, la iglesia de Buccleuch y Greyfriars. Hacia el norte, en cambio, es fácil distinguir la torre de la Mezquita central de Edimburgo y los monumentos de Calton Hill.

Con los bares ya llenos, justo en el extremo opuesto de la ciudad se veían los fuegos artificiales del Royal Military Tattoo, estallando sobre el Castillo como parte del Festival de Edimburgo. Bien entrada la noche, en las calles seguía habiendo gente dispersa saliendo de algún espectáculo, y en las pocas tiendas abiertas 24 horas siempre había algún búho en busca, como yo, de un café de filtro y una caja de muffins para sobrevivir hasta la mañana.

Poco después de las cinco de la mañana, el sol comenzaba a filtrarse detrás del parque de Holyrood y la imponente forma de Arthur’s Seat, inaugurando un nuevo día en Edimburgo.

La Appleton Tower sigue siendo uno de los edificios más desdeñados de la ciudad, pero después de esos atardeceres y amaneceres, viendo el sol, las nubes y las tormentas bailar y desaparecer en Edimburgo, acabé cogiéndole cariño… Y tú, ¿te habías fijado alguna vez en este edificio?