Hay lugares que te obligan a contener la respiración. Que te hacen sentir insignificante y, a la vez, colosal. Que te sitúan el cielo tan cerca de los dedos que, ¿cómo evitar la tentación de acariciarlo?
Jungfraujoch, la estación más alta de Europa
A 3.454 metros de altura, en tierra de valles, glaciares y montañas escarpadas, el puerto Jungfraujoch es la estación de ferrocarril más alta de Europa. No en vano, aunque está situado por debajo de la cumbre del macizo Jungfrau (‘La virgen’, 4.158 m), se le conoce como ‘Top of Europe’: la cima de Europa, un techo de nieve perpetua en los Alpes suizos donde los gigantes Eiger, Mönch y Jungfrau confluyen para volcarse en el glaciar Aletsch, el más grande de Europa, en un entorno considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Tan impresionante como el Jungfraujoch es el modo de acceder a la estación: un tren cremallera construido hace más de un siglo, en 1912, atraviesa las entrañas de los Alpes suizos a través de un túnel en la piedra, en una ruta de leyenda que el hombre jamás imaginó dominar.
Una ruta en tren por las entrañas de las montañas suizas
La región suiza del Oberland bernés está coronada por varias cimas, muchas de ellas accesibles a través de trenes cremallera, como la vecina Schilthorn, en cuyo restaurante giratorio se rodó la escena inicial de 007: Al servicio de su majestad. Sin embargo, los precios de los trenes son tan desorbitados (subir al Jungfraujoch cuesta cerca de 140 €) que elegir se hace necesario. Y pocos paisajes del mundo son tan espectaculares como el Jungfraujoch.
El cremallera para subir hasta la estación, el Jungfraubahn, parte desde el puerto de Kleine Scheidegg; hasta allí se llega en otro tren desde alguno de los pueblos cercanos (un único billete para ambos trenes). Nosotros lo visitamos en verano y compramos un Good Morning Ticket, un billete más barato que te obliga a viajar a primera hora de la mañana (y que recomiendo para evitar aglomeraciones; más información al final del artículo), así que poco después de las 7 esperábamos el primer tren en la estación de Grindelwald Grund, en el valle de Grindelwald. El trayecto fue el siguiente::
2. Kleine Scheidegg – Jungfrau en el Jungfraubahn (50 minutos). Durante el segundo tramo del ascenso, el viaje transcurre casi por completo dentro de los túneles, aunque el tren realiza paradas de cinco minutos en dos miradores excavados en la montaña, el Eigerwand (la pared del Eiger, 2.865 m) y el Eismeer (3.160 m), para poder contemplar las vistas (e ir al baño).
¿Qué ver en Jungfraujoch?
Tras ambos ascensos, entre naturaleza y piedra, te adentras en la estación de ferrocarril más alta de Europa. El primer contacto con el Jungfraujoch es contradictorio: en el interior del edificio, que cuenta con cafeterías y tiendas, se aglomeran los grupos de turistas, mientras que a través de los cristales atisbas una extensión infinita de nieve. En el edificio hay varias atracciones: un palacio de hielo, una exposición sobre la construcción del tren cremallera y una espectacular plataforma exterior, la Sphinx (‘la esfinge’), que sirve de observatorio. Pero, si quieres alejarte de las masas y disfrutar del entorno, te aconsejo dejar las atracciones para el final y salir cuanto antes al exterior.
Excursión hasta el refugio del Mönch
Las palabras quedan cortas para describir la sensación que sientes al encontrarte rodeado de picos nevados en Jungfraujoch. El paisaje es deslumbrante, sobrecogedor en su simpleza; y tan, tan extenso que pierdes la perspectiva. A 3.454 m, rodeado de cielo, nubes y roca sazonada de nieve, eres una hormiga. Desde la estación, un camino se aleja hacia el refugio del Mönch, el Mönchsjochhütte (3.650 m), a 45 minutos. Pocos turistas se aventuran a dar unos pasos más allá del edificio, así que es una excursión ideal para disfrutar del paisaje y de un ambiente opuesto al que se respira en el interior. A pesar de la cercanía, el desnivel y el hecho de encontrarte a tanta altura no lo ponen fácil, y enseguida, aunque el termómetro marque bajo cero, te invade el calor. Pero es una excursión apta para todo el mundo (siempre y cuando se lleve la ropa adecuada), y merece la pena tan solo para ver a los alpinistas escalando la pared del Mönch y contemplar las vistas desde el refugio. Nosotros aprovechamos para sentarnos a comer, un pequeño descanso antes de regresar al edificio (45 minutos más, aunque más agradables) y visitar las atracciones interiores.
El Palacio de hielo y el mirador Sphinx
En los túneles excavados en la roca, una exposición cuenta la historia de los locos que, un siglo atrás, se empeñaron en desafiar las leyes de la naturaleza y atravesar la montaña para acariciar el cielo. Un prodigio de la ingeniería que se resistió durante más de una década, y que se cobró la vida de varios trabajadores, pero que hoy en día nos permite vistas de otro modo insospechadas. Junto a ella está el Eispalast, el Palacio de hielo, una entrañable caverna subterránea que cobija esculturas talladas en bloques de hielo. Y, varios metros por encima, el Sphinx (3.571 m), un observatorio al cual se accede mediante un ascensor y desde cuya plataforma se pueden contemplar las montañas y el majestuoso glaciar Aletsch en todo su esplendor. Entre decenas y decenas de turistas llegados de todo el mundo, desde la terraza panorámica disfrutamos de una última mirada al Jungfraujoch, espléndido en aquella mañana de agosto, antes de regresar al tren.
Descenso: excursión desde Kleine Scheidegg
A las 12 del mediodía estábamos de nuevo en el tren, listos para empezar el descenso tras unos instantes de caos. No había suficientes asientos para la multitud que esperaba en la cola, así que la gente se abalanzó corriendo al tren, aunque habían dejado subir antes a los grupos de viajes organizados y apenas quedaban plazas. Resultado: un tren abarrotado y un trayecto mucho menos agradable que el de la mañana. Ese fue el único momento de todo nuestro viaje en el que la eficiencia suiza se puso en entredicho, pero no importaba: próxima parada, Kleine Scheidegg (50 minutos).
A 2.061 m, este puerto de montaña ofrece unas vistas imponentes de la cara norte del Eiger (3970 m), la Nordwand, también conocida como Mordwand (‘la pared asesina’) debido al dramático historial de más de 60 alpinistas que han perdido la vida escalándola (Clint Eastwood filmó una película, The Eiger Sanction, acerca de una de esas historias). En Kleine Scheidegg, cuyos hoteles y restaurantes se llenan durante la temporada de esquí, confluyen vías y caminos alpinos.
Aprovechando la mañana soleada, decidimos hacer una excursión de 1:30 h hasta la siguiente estación, la pequeña Alpiglen (1615 m), y tomar el tren de vuelta a Grindelwand desde allí. Si lo prefieres, desde Kleine Scheidegg también puedes bajar andando hasta Grindelwald (1.034 m) en una excursión de unas 3 h. Los senderos alpinos, como es habitual en tierras suizas, está muy bien señalizados. Y, por el camino, como también suele suceder, las tonalidades de verde se funden con el azul del cielo y el blanco de las montañas para crear imágenes de una belleza indescriptible.
Bordeando la solemne y mortífera cara norte del Eiger, al que se conoce también como el Ogro, es un poco más sencillo imaginar por qué alguien se aventuraría a escalar hasta el cielo por esas paredes legendarias y tramposas: para sentir, a sus pies, el silencio y la majestuosidad de los valles y montañas del Oberland bernés.
Recomendaciones para subir al Jungfrau
Turismo de Jungfrau | Subir al Jungfraujoch
- Dónde dormir en Grindelwald | Dónde dormir en Interlaken
- Sube en un día con buena previsión meteorológica. El billete de tren es tan caro, que es esencial que escojas bien el día: sin lluvia, nubes o niebla, con el cielo lo más claro posible. Aunque parezca una utopía, el clima suizo da una tregua de vez en cuando: ¡aprovecha esas horas! A pesar de que el Jungfrau cuenta con atracciones interiores en las que refugiarte, lo más asombroso son las vistas, así que la buena visibilidad es clave.
- Ahorra más de 50 € comprando un Good Morning Ticket. Si no te importa madrugar, con el billete Good Morning Ticket ahorrarás más de 50 € y, además, evitarás las aglomeraciones. El billete te obliga a coger el tren de subida al Jungfrau en Kleine Scheidegg a las 08:00 de la mañana, y a abandonar la estación de Jungfraujoch antes de las 12:00 del mediodía. Aun así, el billete sigue siendo válido, así que durante el trayecto de vuelta puedes hacer parada en la estación que te apetezca (como nosotros en Kleine Scheidegg y Alpiglen) y volver a usar el billete para regresar. Esa fue la opción que escogimos y tuvimos tiempo de verlo todo. Desde Grindelwald, un billete normal de ida y vuelta al Jungfrau cuesta 184 CHF (173 €); mientras que un Good Morning Ticket cuesta 135 CHF (110 €).
- Reserva un día entero al Jungfrau. Aunque subas por la mañana, el trayecto en tren y el paseo a 3,454 m agotan más de lo que parece. Si quieres aprovechar el día, programa algo ligero para la tarde.
- Lleva algo para comer. En la estación de Jungfraujoch hay una cafetería y algunos restaurantes, aunque se pagan a precio de oro. Si llevas bocadillos, podrás comerlos bien en el interior del edificio, bien una vez en el refugio.
- Aparca en Grindelwald Grund. Si viajas en coche, la estación de Grindelwald Grund tiene un aparcamiento en el que puedes dejar el coche todo el día por 6 CHF (5 €).
- Visítalo fuera de temporada. En Suiza, el curso lectivo comienza a finales de agosto, así que es buena idea programar tus vacaciones para la última semana de agosto o las primeras de septiembre. El tiempo todavía es bueno, las atracciones tienen horario de temporada alta y, aunque hay turistas de otros países, no hay tantas aglomeraciones como en las semanas anteriores.
Relatos de otros viajeros #Postamigo
«Día 6: Subida al Jungfrau y visita al Palacio de Hielo», en Mis Viajes y Sensaciones
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espectacular, que hermosas fotos, simplemente espectacular. Me gustaria visitar Suiza, pero me dijeron que es muy caro, que tan costoso es visitar ese pais? eh estado buscando hospedajes alla pero los precios son bastante altos.