Si has decidido viajar a Bruselas, mentalízate cuanto antes: no podrás escapar de los aromas. El aroma empalagoso e irresistible de los gofres dorándose, el aroma acuoso de los mejillones abriéndose al vapor, el aroma dulce del aceite chisporroteando alrededor de las patatas, el aroma tostado de la cerveza llenando el vaso… Bruselas tienta, y cedemos encantados ante sus delicias.
Hace unos meses pasé un fin de semana en la capital belga con mi madre y, tras mostrarte el arte urbano que nos recibió en sus paredes, hoy te cuento algunos lugares donde comer en Bruselas. Desayunos, comidas rápidas, cervecerías, zonas de restaurantes, dulces típicos… A todos ellos añádele las calles de la ciudad, porque en Bruselas, haga frío o sol, se come en la calle, ya sea en terrazas o en mercados. No te entretengo más… ¡A la mesa!
Desayunos, meriendas y dulces en Bruselas
JAT’. Desayuno junto a la plaza Real
El primer día desayunamos en JAT’, una acogedora cafetería muy cerca de una parada del tranvía y de lugares emblemáticos de Bruselas como la plaza Real, el parque de Bruselas o el palacio real de Bruselas.
Tienen wifi gratis y sirven cafés y pastas de todo tipo, además de ensaladas, sándwiches y bagels. Es un buen lugar para un desayuno relajado cerquita del centro, a unos 15 minutos a pie de la Grand Place, y bien ubicado si quieres visitar la zona de museos de Bruselas. Dos lattes y dos pastas nos costaron 11 €, ¡con dulces de coco de regalo!
Tout Bon. Desayuno junto al Parlamento Europeo
Visitamos el Parlamento Europeo en domingo, y sin actividad parlamentaria, en el barrio europeo la mayoría de comercios estaban cerrados. Pero en la plaza de Luxemburgo, frente al edificio del parlamento, encontramos abierta una cafetería con buena pinta, Tout Bon.
El desayuno fue sencillo pero delicioso: una cesta de panes caseros, mermeladas artesanas donde escoger y unos capuccinos espumosísimos. El desayuno para dos nos costó 11 €, aunque algunos platos eran bastante caros, algo habitual, según vimos, en los menús del barrio europeo.
Probando los cuberdons
Todas las confiterías belgas venden bombones, pero solo unas pocas conocen la receta centenaria de los cuberdons, un dulce típico de Bélgica que reconocerás por su forma cónica. Los cuberdons se elaboran con goma arábiga y almíbar, y tienen una textura muy característica, con una corteza exterior fina y crujiente que envuelve un interior blando y jugoso. Como una gominola, pero menos pegajosos.
Los valones y los flamencos se disputan el origen de este dulce, al que en neerlandés conocen como neuzeke (‘naricilla’), y en francés, como chapeau de curé (‘sombrero de cura’). Sea como sea, los couberdons se conservan frescos muy poco tiempo, por lo que aún hoy en día se elaboran artesanalmente y se venden sobre todo en confiterías y mercados. Uno de los productores principales es la Confiserie Geldhof, en Gante, pero nosotras los probamos también en Bruselas y en Brujas. Los venden a peso y, aunque el couberdon clásico es de frambuesa y de color violeta, hoy en día los encontrarás en decenas de sabores.
De gofre en gofre
Los gofres, tan sencillos en apariencia, son el mayor pecado dulce de la gastronomía belga. Y su aroma es tan penetrante que, si pasas junto a cualquiera de los cientos de puestos de gaufres de la ciudad, querrás probar uno. Como base, puedes escoger entre el gofre de Lieja, que se elabora con azúcar perlado y es crujiente, pequeño y de bordes desiguales, o la variedad de Bruselas, más esponjosa y normalmente rectangular.
Como acompañamiento, lo clásico es azúcar espolvoreado, aunque las tiendas conocen las debilidades del turista y nos dejan añadirle cuanto podamos imaginar: Nutella, fresas, plátano, nata, canela… Paseando por el centro encontrarás muchas cadenas que venden gofres por 3-5 €, como Los Churros, pero si prefieres probarlos artesanos, uno de los mejores lugares para comer gofres en Bruselas es la pastelería Maison Dandoy.
Confiterías de Bruselas
Los dulces darían para tres o cuatro artículos más, así que no te hablaré de las pirámides de bombones, los boles de caramelos y las montañas de galletas speculoos que te llevan a tomar la decisión drástica de que tienes que probarlo todo… Mejor que entres a las confiterías de Bruselas y compruebes por ti mismo. En las preciosas galerías Saint Hubert y en la Grand Place las hay a raudales, pero también paseando por las calles del centro verás tiendas de Godiva, Galler, Neuhaus, La Belgique Gourmande, Leonidas o Elisabeth que quitan el sentido. Lo mejor: ¡que en muchas de ellas dan muestras!
Comer en Bruselas. Restaurantes y cervecerías
À la mort subite. Cervezas y tapas
La céntrica cervecería À la mort subite, junto a las galerías de Saint-Hubert, forma parte de muchos recorridos turísticos por Bruselas, pero es muy recomendable. Tras una fachada sencilla se esconde el interior clásico y delicado de una taberna que data de 1928, donde se sirve una de las cervezas más famosas de Bélgica, la homónima À la mort subite.
La taberna es un buen lugar para probar las cervezas lambic, que se elaboran exclusivamente en Bélgica. Dentro de los estilos de esta familia, nosotras probamos la Gueuze y la cerveza de frambuesa, y entre las de tirador hay también sabores como melocotón o cereza, todas sobre unos 5 €. Para acompañar, puedes elegir entre tortillas, tartines, sándwiches y alguna tapa, aunque la comida es muy cara y poco reseñable. Nosotras probamos el queso con sal de apio (selderijzout) y mostaza de Dijon.
Delirium Café. Cervezas a miles
El Delirium Café toma su nombre de la cerveza del elefante rosa, la Delirium Tremens, aunque en esta taberna puedes pedir más de dos mil cervezas distintas. Dicen que en ningún otro lugar del mundo hay tanta variedad, así que anímate y cata las cervezas, belgas o internacionales, más curiosas que puedas imaginar.
El interior de la taberna es acogedor, lleno de coloridos pósters de bebidas y toneles de madera, y animado a veces por conciertos. También sirven alguna tapa, que tal vez te hará falta si no quieres acabar delirando y viendo el elefante rosa tras unas cuantas rondas. El Delirium Café está en un estrecho callejón junto a la turística Rue des Bouchers, y si llegas hasta el final encontrarás la estatuilla de la Janneke Pis, la niña meona de Bruselas. Si dos mil cervezas no te bastan, el bar de enfrente (en la foto, el bar de la terracita) se llama Floris y es famoso por sus absentas.
Au Soleil. Cafetería en el centro
La cafetería Au Soleil (Rue du Marché au Charbon, 86) está solo a un par de calles del famoso Manneken Pis, y aunque el interior es agradable, con paredes de madera revestidas de espejos, el ambiente es bullicioso. Muchos turistas que, como nosotras, buscan sentarse a comer algo rápido: la carta de comida es limitada (wraps, pasta, sopas, tapas y postres), pero la de cervezas es algo más amplia. Los precios son muy razonables, sobre todo teniendo en cuenta la zona (3 € una Gueuze, 3 € una tapa de queso, 7,50 € unos espaguetti, 2,20 € un café con leche), aunque es un sitio para recargar energías y seguir rápido en camino.
EXKI. Comida rápida y sana
Tras un día trajinando por Bruselas, a veces lo último que nos apetecía era salir del hotel y buscar un lugar donde cenar, así que en un par de ocasiones recurrimos a EXKI, una cadena que está en varios lugares de la ciudad. Es comida envasada pero fresca, y venden desde ensaladas hasta sopas, sándwiches, pasta o postres y tartas (tienen opciones vegetarianas y veganas). Es un buen plan si quieres comer algo rápido en la calle o en el hotel (aunque también hay mesas para comer allí mismo); tienen mucha variedad, y te dan cubiertos y servilletas para llevar.
Templos de las patatas fritas en Bruselas
El origen de las patatas fritas sigue levantando polémica, ¿pero para qué discutir? Lo importante es que existen, y en Bélgica han perfeccionado su preparación hasta el punto de convertirla en casi una ciencia. En ninguna ciudad belga faltan los fritkots, los puestos de patatas fritas, de donde emana el intenso olor del aceite, o del sebo, que utilizan para freírlas, previamente cortadas en porciones de unos 13 milímetros (si tienes curiosidad, lee la experiencia de Isabel en el Museo de la patata frita de Brujas).
Son patatas gruesas y blanditas por dentro, pero con una capa crujiente en el exterior, y los belgas las acompañan de una infinidad de salsas. Tal vez la más curiosa para nosotros sea la sauce andalouse, la salsa andaluza, que se prepara con mayonesa, tomate, cebolla, pimiento rojo y verde, sal y limón. Hay mil lugares para probar patatas fritas en Bruselas, ¡así que vamos a degustar algunas!
Maison Antoine. Un clásico cerca del Parlamento Europeo
El quiosco de Maison Antoine es toda una institución de las patatas fritas en Bruselas. Está en la Place Jourdan, una animada plaza cerca del Parlamento Europeo y del parque del Cincuentenario, y a lo largo de las décadas ha cosechado fama de freír las mejores patatas de la ciudad. De hecho, es habitual que se formen colas, y muchos restaurantes de la plaza te permiten entrar con tu cucurucho de patatas fritas… siempre y cuando sean de Maison Antoine.
Pedimos un cornet grande (2,70 €) con salsa (0,60 €). Veredicto: no nos parecieron excepcionales, pero están ricas. Si eres vegetariano o vegano, ten en cuenta que las fríen con sebo (yo no había caído y me di cuenta al probarlas). En Maison Antoine también venden otros productos típicos de freiduría, como pescado o brochetas.
Apunta también que los domingos son día de mercado en la Place Jourdan, y además de puestos de comida para llevar, los vendedores exponen todos sus productos bien cortaditos para que los pruebes, ya sean tomates o mangos.
Fritland. Comida rápida junto a la Bolsa de Bruselas
Las patatas fritas de Frit Flagey
Zonas para comer en Bruselas
Por falta de tiempo pudimos descubrir menos lugares de los que nos hubiera gustado, pero como comento al principio del artículo, comer en Bruselas es un acto social, y muchas veces se hace en el exterior, en terracitas, con una buena cerveza para acompañar. Estas son algunas de las zonas más animadas, donde seguro que encuentras un buen lugar para repostar.
Rue des Bouchers. Restaurantes turísticos
Accede a la Rue des Bouchers desde las galerías de Saint Hubert y al instante te abrumarán los colores, carteles y olores de los restaurantes de la calle. Cada ciudad tiene su calle con restaurantes para turistas, y en Bruselas, es la Rue des Bouchers. Las mesas invaden los adoquines y los camareros salen al paso, mostrándote con insistencia el menú del día. Los reyes de la carta son las moules frites, los mejillones al vapor con patatas fritas, muy típicos de Bélgica, aunque también abundan las paellas y todo tipo de marisco.
Ten por seguro que, como si pasearas por las Ramblas de Barcelona, en la Rue des Bouchers se cocina para los turistas y encontrarás poca gastronomía auténtica, pero restaurantes como Chez Leon tienen buena fama, y otros ofrecen menús a partir de unos 12 €.
Place Sainte Catherine. Marisco y terrazas
Si quieres huir de las corrientes de turistas, aléjate rápido de la rue des Bouchers y pasea hasta la Place Sainte Catherine, a escasos 10 minutos. La zona es conocida por sus restaurantes de marisco, eso sí, nada de menú turístico: aquí comer sale más caro, pero seguro que la experiencia merece la pena.
Junto a la plaza se extiende un canal con un muelle lleno de terrazas; sin duda, el rincón que más me gustó de Bruselas. Tanto para un café, una cerveza cuando cae la tarde o una cena al aire libre en un entorno tranquilo, pasea por el barrio y disfruta del encanto del centro sin aglomeraciones.
Junto a la Grand Place. Degustaciones y cenas
En las calles que rodean la Grand Place, el epicentro turístico de Bruselas, se apiñan un restaurante y pub tras otro. Algunos tienen la mirada puesta en los turistas y ofrecen degustaciones de cervezas, pero en las terrazas también vimos muchos grupos de amigos y compañeros de trabajo que tomaban algo después de la jornada laboral. Paséate por la rue des Brasseurs, la rue du Marché aux Fromages y las calles aledañas hasta la place Saint Jean y la place de la Vieille Halle aux Blés y tendrás tabernas y restaurantes donde elegir.
Place Saint-Géry. Mercado y terrazas
La place Saint-Géry es un oasis de terrazas y cervecerías en el corazón de Bruselas, dedicado todavía a los bruselenses más que a los visitantes. Algunos sostienen que la ciudad nació justo aquí, alrededor de una antigua iglesia cuyo espacio ocupa, hoy en día, el mercado histórico de Halles Saint-Géry. Dentro encontrarás un agradable bar y un centro de exposiciones gratuitas. Si prefieres disfrutar del buen tiempo, el mercado está rodeado de terrazas y bares.
Les Marolles y Sablon. Ambiente tranquilo
El barrio de Les Marolles se conoce por sus anticuarios, pero también está repleto de galerías de arte, tiendas curiosas, mercadillos y plazas y callejuelas encantadoras. Y, claro, bares y restaurantes que se extienden hacia el exterior mediante tranquilas terracitas. Pocos turistas, pero muchas opciones para picotear algo y luego seguir hacia la place du Grand Sablon o la place du Jeu de Balle. Esta zona de Bruselas también nos encantó.
Volamos a Bruselas gracias a una campaña de My Vueling City y Blog on Brands. El resto del viaje y las cantidades de chocolate ingeridas fueron solo responsabilidad nuestra.
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Somos una família de cuatro golosos amantes de gofres, gomitas y chocolates. También de las cervezas y papas fritas por supuesto. Tus tentadoras fotos y útiles consejos seguro nos servirán cuando estemos en Bruselas! Gracias!!
Mmm, ¡qué bien! Que disfrutéis y la ciudad, ¡y buen provecho!
Qué crónica gastronómica tan completa de Bruselas, y ¡estas fotos abren el apetito! Muchas gracias por compartir
Gracias a vosotros por vuestro comentario, qué suerte tener tan buenos embajadores de vuestro país 😀 ¡Un saludo!
Menos mal que justo acababa de desayunar antes de leer este artículo. De lo contrario, no sé si habría sido capaz de terminarlo 😛
Justo en una semanita voy a Bélgica a visitar a un par de amigos que andan por allí de Erasmus. Aunque voy a Lieja, guardaré un par de días para visitar Bruselas, por lo que me apuntaré algunos de los bares que comentas por lo que pueda pasar 😀
Los gofres siempre son mi debilidad…
¡Un abrazo!
La mía también, es de esas cosas que entra aunque no tengas hambre, ¿verdad? Prepárate porque seguro que por Lieja también hay tentaciones de ese tipo a cada paso… ¡Disfruta! 😀