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A punto de preparar nuestra tercera mudanza en pocos años (esta vez, a Nueva York), miro hacia atrás y sé que apretujar nuestra vida en una maleta y mudarnos a otro país fue una de las mejores decisiones que hemos tomado jamás. Porque cuando te marchas, cuando conviertes tu vida en viaje e incertidumbre, creces.
Te enfrentas a nuevos retos, descubres en ti facetas que desconocías, te sorprendes y te dejas sorprender por el mundo. Aprendes y amplías tus perspectivas. Desaprendes y, a base de algún golpe y unas cuantas lecciones, creces en humildad. Evolucionas. Añoras… y creas recuerdos que ya no te abandonarán. Si alguna vez has vivido o viajado durante una temporada lejos de casa, seguro que te sientes identificado con estas 17 cosas que cambian cuando vives en otro país.
1. La adrenalina no te abandona.
Desde el momento en el que decides marcharte, tu vida se convierte en un vaivén de emociones, de lo inesperado, de aprendizaje e improvisación. Los sentidos nunca duermen, y durante un tiempo destierras la palabra rutina de tu vocabulario para dejar paso a la adrenalina. Nuevos lugares, nuevas costumbres, nuevos retos, nuevas personas… La sensación de comenzar de cero debería asustarte, pero resulta adictiva.
2. Pero, a la vuelta… todo sigue igual.
Así que, cuando vuelves unos días al hogar, te sorprende que todo siga igual. Tu vida ha cambiado a un ritmo frenético, y llegas cargado de vivencias y con unos días de vacaciones por delante. Pero en casa todo transcurre a su ritmo habitual. Los demás siguen haciendo malabarismos con las obligaciones cotidianas, y comprendes… que la vida no se detiene para ti.
3. Te faltan, y te sobran, las palabras.
Cuando te preguntan cómo va todo, te cuesta encontrar palabras adecuadas. Luego, sin embargo, tienes que morderte la lengua porque a mitad de cada conversación te acuerdas de mil y una anécdotas y no quieres parecer pretencioso o agobiar a los demás con batallitas de «tu otro país».

4. Comprendes que la valentía está sobrevalorada.
Muchas personas te dirán que eres valiente, que también querrían marcharse, pero no se atreven. Y tú, aunque también tuviste miedo, sabes mejor que nunca que la valentía constituye, quizás, un 10% de las grandes decisiones. El 90% restante son las ganas. ¿Te apetece? Hazlo. Cuando damos el salto, ya no hay valientes ni cobardes: pase lo que pase, te enfrentas a ello.
«It’s a dangerous business, Frodo, going out your door. You step onto the road, and if you don’t keep your feet, there’s no knowing where you might be swept off to.»
5. Y, de repente, eres más libre.
Es probable que seas tan libre como antes, pero la sensación de libertad, ahora, es distinta. Si has escapado de la comodidad y has logrado que todo funcione a cientos de kilómetros de tu hogar, sientes que puedes hacer cualquier cosa.

6. Dejas de hablar un idioma en concreto.
Unas veces se te escapa una palabra en otro idioma; otras solo se te ocurre una manera de describir algo… con aquella expresión perfecta que no está en el idioma adecuado. Cuando convives con una lengua extranjera, aprendes y desaprendes a la vez. Mientras interiorizas referentes culturales e insultos en tu segunda lengua, te sorprendes esforzándote en leer en tu lengua materna para que no se oxide. Como cuando Homer fue a una cata de vinos y se le olvidó cómo conducir.
7. Aprendes a despedirte… y a disfrutar.
Pronto te das cuenta de que, ahora, muchas cosas y personas son de paso, y el valor de la mayoría de situaciones se relativiza. Perfeccionas el equilibro entre crear lazos y saber desprenderte de objetos y recuerdos: una lucha perpetua entre nostalgia y pragmatismo.
8. Vives con dos de todo.
Con dos tarjetas SIM (una de ellas repleta de teléfonos de todos los rincones del mundo), con dos carnés de la biblioteca, con dos cuentas bancarias, con dos tipos de moneda que siempre, no sabes cómo, acaban mezclándose cuando vas a pagar algo.
9. ¿Normal? ¿Qué es normal?
Vivir en otro país, como viajar, te enseña que «normal» significa social o culturalmente aceptado. Así que, cuando te sumerges en otra cultura y en otra sociedad, tu concepto de normalidad se resquebraja. Aprendes que hay otras formas de hacer las cosas y, al cabo de un tiempo, tú también adoptas aquella costumbre antes impensable. También te conoces mejor a ti mismo, porque descubres cuáles son las cosas en las que de verdad crees y cuáles, en cambio, son aprendidas.
10. Te conviertes en un turista en tu propia ciudad.
Aquella atracción turística que tal vez no hubieras visitado en tu país se suma a la lista de lugares que ver en tu nuevo hogar, y pronto te conviertes en un experto en la ciudad. Pero, cuando alguien viene de visita unos días y te pide recomendación, te cuesta escoger unas pocas actividades: si fuera por ti, ¡les recomendarías visitarlo todo!

11. Aprendes a ser paciente y a pedir ayuda.
En otro país, la tarea más sencilla puede convertirse en un reto. Tramitar papeles, encontrar la palabra adecuada, saber qué autobús tomar. Siempre hay momentos de desesperación, pero pronto te armas con más paciencia de la que nunca tuviste, y aceptas que pedir ayuda (en el autobús, en la calle, a tus conocidos) no solo es inevitable, sino muy sano.
12. El tiempo se mide en pequeños momentos.
Como si mirases desde la ventanilla de un coche en marcha, a lo lejos el tiempo parece transcurrir muy lento, mientras que de cerca los detalles pasan a velocidad de vértigo. Desde la distancia, te llegan noticias de cómo sigue la vida en casa: cumpleaños, personas que se van, fechas señaladas que te perderás… En cambio, en tu nuevo hogar, el día a día va muy deprisa. El concepto de tiempo se deforma tanto que aprendes a medirlo en pequeños momentos, ya sea en un Skype con los de siempre o en una cerveza con los nuevos.
13. La nostalgia te invade en el momento más inesperado.
Un alimento, una canción, un olor. Cualquier pequeñez basta para que, de repente, te inunde la añoranza. Echas de menos detalles que nunca imaginaste (que levante la mano quien haya atesorado un bote de tomate frito como si fuese el Anillo único), y darías lo que fuera para poder transportarte, un instante, a aquel lugar. O para poder compartir la sensación con alguien que te entienda…
14. Pero sabes que no es dónde, sino cuándo y cómo.
Aunque, en el fondo, sabes que no echas de menos un sitio, sino una extraña y mágica conjugación del lugar, el momento y las personas adecuadas. Aquel año en el que viajaste, compartiste tu vida con personas especiales, fuiste tan feliz. En cada lugar donde has vivido queda un pedacito de quien fuiste, pero a veces no basta con regresar a una ciudad para dejar de echarla de menos.
15. Cambias.
Leerás a menudo que hay viajes que cambian la vida. Y, a pesar de los clichés, vivir en otro país es un viaje que te cambiará profundamente. Sacudirá tus raíces, tus certezas y tus miedos. Vivir en Edimburgo nos cambió para siempre, en muchos sentidos, y si no fuera por aquel tiempo, hoy no estaríamos a punto de dar el siguiente paso en nuestras vidas. Quizás no lo creas antes, o no te des cuenta durante. Pero algún día, lo verás con una claridad pasmosa. Has evolucionado, tienes cicatrices, has vivido. Has cambiado.
16. El hogar cabe en una maleta.
Desde el momento en el que tu vida cabe en una maleta (o, si tienes suerte con tu aerolínea, en dos), lo que entendías por hogar deja de existir. Casi todo lo que puedes tocar con las manos es reemplazable; viajes adonde viajes, acumularás nueva ropa, nuevos libros, nuevas tazas. Pero llegará el día en el que, en tu nueva ciudad, te invada la sensación de estar en casa. El hogar es quien te acompaña, quien dejas atrás, son las calles donde transcurre tu vida. El hogar también son los objetos al azar que pueblan tu nuevo piso, aquellos de los que te desprenderás sin remordimientos cuando llegue el momento de marcharte. El hogar son los recuerdos, las conversaciones en la distancia con familia y amigos, un puñado de fotografías. Home is where the heart is.

17. Y… no hay vuelta atrás.
Ahora ya sabes lo que significa renunciar a la comodidad, comenzar desde el principio y maravillarte todos los días. Y el mundo es tan grande… ¿que cómo renunciar a seguir descubriéndolo?
¿Has vivido en otros lugares? ¿Qué otras cosas añadirías a la lista? ¡Déjanos un comentario y cuéntanos tu experiencia!
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Hola Angie!! perfecta tu explicacion, es tal cual como cada uno lo ha vivido, la numero 13 es la que vivo y experimento cada dia ya que en muchos momentos siento esa nostalgia de volver a estar ahi, se extrañan las experiencias vividas, amigos que hice en ese viaje, gente espectacular con la que comparti todo trabajando……se que algun dia voy a volver con la persona que me acompaña y comparte su vida conmigo pero todo sera diferente….como vos lo dijiste lugar, tiempo, momento, etc…. GRACIAS por expresar lo que uno siente cuando ha viajado y vuelto a su ciudad…..
Que artículo tan bonito!!! Me encantó el punto sobre lo sano que puede ser pedir ayuda y el hecho de que algo (olor, cosa o canción) que no te imaginas estando en un lugar diferente… te traiga tantos recuerdos. Soy mexicana y llevo 7 meses viviendo en España y ha sido una experiencia increíble.
Este artículo llega a mí en el momento adecuado. Me has llenado con energías para seguir adelante, dejar de extrañar y mirar hacia adelante.Me mudé con mi esposa y mi hija de México a USA y dejar a la familia y amigos ha sido de las cosas mas dificiles que he hecho en mi vida. Pero ahora me doy cuenta que mudarme a USA no puede ser tan dificil como mudarse a Edinburgo o a Sudafrica por ejemplo, donde el cambio cultural es mucho mas drástico. Excelente artículo!!
Soy de Lima, Perú; pero hoy resido en Viena – Austria. Solo tengo 3 meses por estos lares; y la verdad no puedo quejarme de nada. Haz descrito perfectamente en 17 puntos lo que sucede conmigo. Aprender un nuevo idioma (Alemán en mi caso) es algo increible. Conocer nuevas personas de diferentes culturas es increible!. Como estudio en la universidad me permite tener una actividad social muy amplia (conozco gente de todo el mundo). Y la mejor parte es que aun me queda 5 anios mas aqui!. La gente dice que muchas veces los latinos somos discriminados en europa, y ya se porque pasa eso; hay latinos que vienen y tratan de imponer su cultura aqui (tirar basura en la calle, hacer ruido en la calle en la noche, no respetar las leyes peatonales, estan muy a la defensiva, no aprenden bien el idioma, etc etc etc). Uno debe venir a acoplarse a la cultura ajena a la suya y todo ira de maravilla!. Hasta ahora no he tenido problema de ninguna indole por esta ciudad, la gente me ha tratado con mucha amabilidad y buen trato.
Hola Angie! Hoy una amiga me mandó este post, y es tan cierto! Me sentí identificada con los 17 puntos! Me encanta tu blog! Saludos!
Entonces no vas a publicar mi comentario, verdad? Claro. Seguro piensas: sólo uno de tantos que no está de acuerdo… IDIOTA DE MIERDA: ¿tienes idea de la cantidad de gente que pasa por aquí y que piensa lo mismo que yo, sólo que no se toman el tiempo para escribirte porque “quieren ser buena onda”? No seas estúpida y y quita esta mierda del Internet pues no tiene ni pies ni cabeza publicar una mierda con 17 puntos que son todos una basura. Aprende a escribir cosas de verdad útiles y ciertas, no esta mierda…
Antes pensaba como ustedes…. Es por todo ello que un dia deje todo y viaje a Europa , a conocer nueva gente, cultura, cuidades, rincones, necesitaba cosas nuevas y llegue a Belgica… En donde nadie comprende lo que hice – todo siempre tiene una razon monetaria, siempre, siempre- y donde belgas- de la parte flamenca- muy rara vez dejarian su “segura y estable ciudad/pais”.. Y ya despues de unos anhos aqui empiezo a pensar como Ellos?… Que sentido tiene empezar todo de Nuevo? Lo he hecho ya varias veces y todo de Nuevo, uff lo mas dificil es hacer amigos, la soledad suele ser muy duro cuando estamos literalmente solos en otro pais.. Y la sencacion de aventura y logros obtenidos de las primeras veces se convierte en pesadez que hay que llevar hasta que lo solucionamos…
Estoy de acuerdo con varias cosas. En mi caso opté por irme a vivir unos meses muy lejos de casa y puedo identificarme con la lista… Para el que le interese saber de una experiencia distinta, donde es evidente todo esto, mantengo un blog al respecto: http://aventureandoporindia.wordpress.com/
Yo me la he pasado en el sur de mi continente americano toda la vida, de chico me llevaron a Argentina (donde crecí), cuando me volví adolescente decidí irme a Uruguay unos años. AMÉ ese país, vivir ahí es maravilloso, la gente, la cultura, todo. Luego me regresé a Argentina, me la pasé viajando de provincia en provincia, trabajando y amando cada lugar que visitaba. Luego me fui a Paraguay, un país hermoso, muy poco visitado pero muy acogedor. En 2013 me pasé a Chile, no es muy acogedor que digamos, la gente suele ser algo grosera. Me encantaron sus países al sur, son lo más. Ahora regresé a mi natal Colombia, mi amado y hermoso país, extrañaba todo de él; no importan los años que lleve fuera siempre voy a querer regresar a casa así encuentre todo igual. Confieso que no llevo ni 1 mes en Cali y ya quiero irme de nuevo a Argentina por tierra. Creo que al igual que una chica de arriba soy un culo inquieto.
Muy lindo …mucho de lo que lei ,me hizo ver mi vida diferente desde el momento en empeze a leer especial en mi caso tube una experiencia no muy agradable ;pero apesar de esoo he hecho lo mejor para adaptarme y seguir adelante ;pero he aprendido más de, mi conocerme ha sido maravilloso y no cabe duda que el vivir en méxico me cambio la vida …siempre he dicho que las personas ke viven en otros paises para mi son heroes ,al fin de cuentas nunca sabremos las maravillosas historias que les toco vivir .. soy de Costa rica .
totlmente identificada …