17 cosas que cambian para siempre cuando vives en otro país

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A punto de preparar nuestra tercera mudanza en pocos años (esta vez, a Nueva York), miro hacia atrás y sé que apretujar nuestra vida en una maleta y mudarnos a otro país fue una de las mejores decisiones que hemos tomado jamás. Porque cuando te marchas, cuando conviertes tu vida en viaje e incertidumbre, creces.

Te enfrentas a nuevos retos, descubres en ti facetas que desconocías, te sorprendes y te dejas sorprender por el mundo. Aprendes y amplías tus perspectivas. Desaprendes y, a base de algún golpe y unas cuantas lecciones, creces en humildad. Evolucionas. Añoras… y creas recuerdos que ya no te abandonarán. Si alguna vez has vivido o viajado durante una temporada lejos de casa, seguro que te sientes identificado con estas 17 cosas que cambian cuando vives en otro país.Mas Edimburgo The Hobbit

1. La adrenalina no te abandona.

Desde el momento en el que decides marcharte, tu vida se convierte en un vaivén de emociones, de lo inesperado, de aprendizaje e improvisación. Los sentidos nunca duermen, y durante un tiempo destierras la palabra rutina de tu vocabulario para dejar paso a la adrenalina. Nuevos lugares, nuevas costumbres, nuevos retos, nuevas personas… La sensación de comenzar de cero debería asustarte, pero resulta adictiva.

2. Pero, a la vuelta… todo sigue igual.

Así que, cuando vuelves unos días al hogar, te sorprende que todo siga igual. Tu vida ha cambiado a un ritmo frenético, y llegas cargado de vivencias y con unos días de vacaciones por delante. Pero en casa todo transcurre a su ritmo habitual. Los demás siguen haciendo malabarismos con las obligaciones cotidianas, y comprendes… que la vida no se detiene para ti.

3. Te faltan, y te sobran, las palabras.

Cuando te preguntan cómo va todo, te cuesta encontrar palabras adecuadas. Luego, sin embargo, tienes que morderte la lengua porque a mitad de cada conversación te acuerdas de mil y una anécdotas y no quieres parecer pretencioso o agobiar a los demás con batallitas de «tu otro país».

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© Obra del artista Rune Guneriussen

4. Comprendes que la valentía está sobrevalorada.

Muchas personas te dirán que eres valiente, que también querrían marcharse, pero no se atreven. Y tú, aunque también tuviste miedo, sabes mejor que nunca que la valentía constituye, quizás, un 10% de las grandes decisiones. El 90% restante son las ganas. ¿Te apetece? Hazlo. Cuando damos el salto, ya no hay valientes ni cobardes: pase lo que pase, te enfrentas a ello.

«It’s a dangerous business, Frodo, going out your door. You step onto the road, and if you don’t keep your feet, there’s no knowing where you might be swept off to.»

«Es peligroso, Frodo, cruzar tu puerta. Pones el pie en el camino y, si no vigilas tus pasos, nunca sabes a dónde te pueden llevar».

5. Y, de repente, eres más libre.

Es probable que seas tan libre como antes, pero la sensación de libertad, ahora, es distinta. Si has escapado de la comodidad y has logrado que todo funcione a cientos de kilómetros de tu hogar, sientes que puedes hacer cualquier cosa.

Ilustración de Aldo Tonelli
Ilustración de Aldo Tonelli

6. Dejas de hablar un idioma en concreto.

Unas veces se te escapa una palabra en otro idioma; otras solo se te ocurre una manera de describir algo… con aquella expresión perfecta que no está en el idioma adecuado. Cuando convives con una lengua extranjera, aprendes y desaprendes a la vez. Mientras interiorizas referentes culturales e insultos en tu segunda lengua, te sorprendes esforzándote en leer en tu lengua materna para que no se oxide. Como cuando Homer fue a una cata de vinos y se le olvidó cómo conducir.

7. Aprendes a despedirte… y a disfrutar.

Pronto te das cuenta de que, ahora, muchas cosas y personas son de paso, y el valor de la mayoría de situaciones se relativiza. Perfeccionas el equilibro entre crear lazos y saber desprenderte de objetos y recuerdos: una lucha perpetua entre nostalgia y pragmatismo.

8. Vives con dos de todo.

Con dos tarjetas SIM (una de ellas repleta de teléfonos de todos los rincones del mundo), con dos carnés de la biblioteca, con dos cuentas bancarias, con dos tipos de moneda que siempre, no sabes cómo, acaban mezclándose cuando vas a pagar algo.

9. ¿Normal? ¿Qué es normal?

Vivir en otro país, como viajar, te enseña que «normal» significa social o culturalmente aceptado. Así que, cuando te sumerges en otra cultura y en otra sociedad, tu concepto de normalidad se resquebraja. Aprendes que hay otras formas de hacer las cosas y, al cabo de un tiempo, tú también adoptas aquella costumbre antes impensable. También te conoces mejor a ti mismo, porque descubres cuáles son las cosas en las que de verdad crees y cuáles, en cambio, son aprendidas.

10. Te conviertes en un turista en tu propia ciudad.

Aquella atracción turística que tal vez no hubieras visitado en tu país se suma a la lista de lugares que ver en tu nuevo hogar, y pronto te conviertes en un experto en la ciudad. Pero, cuando alguien viene de visita unos días y te pide recomendación, te cuesta escoger unas pocas actividades: si fuera por ti, ¡les recomendarías visitarlo todo!

Mas Edimburgo Oh The Places You'll Go
Parte del precioso libro «Oh, the places you’ll go!» de Dr. Seuss.

11. Aprendes a ser paciente y a pedir ayuda.

En otro país, la tarea más sencilla puede convertirse en un reto. Tramitar papeles, encontrar la palabra adecuada, saber qué autobús tomar. Siempre hay momentos de desesperación, pero pronto te armas con más paciencia de la que nunca tuviste, y aceptas que pedir ayuda (en el autobús, en la calle, a tus conocidos) no solo es inevitable, sino muy sano.

12. El tiempo se mide en pequeños momentos.

Como si mirases desde la ventanilla de un coche en marcha, a lo lejos el tiempo parece transcurrir muy lento, mientras que de cerca los detalles pasan a velocidad de vértigo. Desde la distancia, te llegan noticias de cómo sigue la vida en casa: cumpleaños, personas que se van, fechas señaladas que te perderás… En cambio, en tu nuevo hogar, el día a día va muy deprisa. El concepto de tiempo se deforma tanto que aprendes a medirlo en pequeños momentos, ya sea en un Skype con los de siempre o en una cerveza con los nuevos.

13. La nostalgia te invade en el momento más inesperado.

Un alimento, una canción, un olor. Cualquier pequeñez basta para que, de repente, te inunde la añoranza. Echas de menos detalles que nunca imaginaste (que levante la mano quien haya atesorado un bote de tomate frito como si fuese el Anillo único), y darías lo que fuera para poder transportarte, un instante, a aquel lugar. O para poder compartir la sensación con alguien que te entienda…

14. Pero sabes que no es dónde, sino cuándo y cómo.

Aunque, en el fondo, sabes que no echas de menos un sitio, sino una extraña y mágica conjugación del lugar, el momento y las personas adecuadas. Aquel año en el que viajaste, compartiste tu vida con personas especiales, fuiste tan feliz. En cada lugar donde has vivido queda un pedacito de quien fuiste, pero a veces no basta con regresar a una ciudad para dejar de echarla de menos.

Mas Edimburgo On the Road

15. Cambias.

Leerás a menudo que hay viajes que cambian la vida. Y, a pesar de los clichés, vivir en otro país es un viaje que te cambiará profundamente. Sacudirá tus raíces, tus certezas y tus miedos. Vivir en Edimburgo nos cambió para siempre, en muchos sentidos, y si no fuera por aquel tiempo, hoy no estaríamos a punto de dar el siguiente paso en nuestras vidas. Quizás no lo creas antes, o no te des cuenta durante. Pero algún día, lo verás con una claridad pasmosa. Has evolucionado, tienes cicatrices, has vivido. Has cambiado.

16. El hogar cabe en una maleta.

Desde el momento en el que tu vida cabe en una maleta (o, si tienes suerte con tu aerolínea, en dos), lo que entendías por hogar deja de existir. Casi todo lo que puedes tocar con las manos es reemplazable; viajes adonde viajes, acumularás nueva ropa, nuevos libros, nuevas tazas. Pero llegará el día en el que, en tu nueva ciudad, te invada la sensación de estar en casa. El hogar es quien te acompaña, quien dejas atrás, son las calles donde transcurre tu vida. El hogar también son los objetos al azar que pueblan tu nuevo piso, aquellos de los que te desprenderás sin remordimientos cuando llegue el momento de marcharte. El hogar son los recuerdos, las conversaciones en la distancia con familia y amigos, un puñado de fotografías. Home is where the heart is.

 

© LollyJane
© LollyJane

17. Y… no hay vuelta atrás.

Ahora ya sabes lo que significa renunciar a la comodidad, comenzar desde el principio y maravillarte todos los días. Y el mundo es tan grande… ¿que cómo renunciar a seguir descubriéndolo?

¿Has vivido en otros lugares? ¿Qué otras cosas añadirías a la lista? ¡Déjanos un comentario y cuéntanos tu experiencia!

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919 thoughts on “17 cosas que cambian para siempre cuando vives en otro país”

  1. ¡Fantástico! Cómo nos toca la fibra a aquellos que lo hemos vivido también…

    Yo pasé un año de Erasmus en Manchester, y aquél verano lo pasé en Londres trabajando. Después de acabar la carrera —de traducción como tú, por cierto ;)— he pasado un año viendo qué me apetecía hacer, y ahora resulta que en menos de 3 meses me voy a Estados Unidos sin saber muy bien hasta cuando.

    Yo quizá habría añadido algún comentario sobre los nuevos amigos, y como se redefine el concepto de amistad para quedar a medio camino de familia. Porque, al fin y al cabo, eso es lo que acaban siendo unos cuantos cuando estás tan lejos de casa.

    Mucha suerte en vuestra nueva mudanza. Hoy he descubierto tu blog, pero ya me quedo por aquí para leerte. ¡Hasta pronto!

  2. Argentina prácticamente nos expulsó. Inició un proceso de decadencia moral, cultural y de inseguridad personal y jurídica que parece no tener fin. Sin embargo España, a diferencia de la argentina a los españoles, no nos acogió. Nos soportó simplemente porque nos necesitaba. No han sido amables, ni son simpáticos ni open minded. Son racistas, xenófobos y si pueden, explotadores. Con todo, gracias a Dios están en europa y eso los frena un poco. Y eso que somos profesionales altamente cualificados, y blanquitos. Pobres de los mano de obra barata y de piel morena. La argentina que conocimos se destruyó como Krypton, así que como súperman, no tenemos adónde volver. Hablando hace poco con un amigo canadiense, me decía que lo grave no es ser ignorante, porque eso tiene remedio. Lo grave es estar orgulloso de serlo.

  3. Es increíble tu historia… pero tengo dudas… en mi caso, soy quimico y tengo una maestria… ahora quiero vivir conociendo el mundo. que lugar recomiendas para ganar dinero rápido (me han dicho que Australia es bueno) y de ahí, brincar a otras partes

  4. Deborah Burgos

    Llevo fuera de mi amado Puerto Rico por razones de estudios, poco mas de 3 años y no cambio por nada, las vivencias, las anécdotas, los caminos recorridos, las personas que han dejado una huella en mi y yo en ellos. Estoy a ley de dos semanas para regresar a terminar mi carrera de Medicina en mi país y tengo una mezcla de sentimientos. Volver a ver a mi familia y dejar todo lo que he construido atrás. Pero así seguiré llenando la maleta con todas la experiencias que jamás olvidaré. Excelente artículo, 🙂

  5. Excelente!!!
    Describe mi experiencia a la perfección. Soy de Colombia y decidí vivir en Canadá. Mañana cumplo dos años de vivir en este país y hace unos días descubrí que me he transformado en una persona diferente. Siento que he crecido más interiormente y me he vuelto más humilde. Ahora toda mi vida cabe en una maleta, me he vuelto más desprendida de lo material y más apegada a lo que no se compra con dinero (salir a correr, disfrutar el sol, la sonrisa de la gente, aprender de una nueva cultura, nuevos amigos, etc…)
    Gracias por compartirlo!

  6. Hola, una alegría encontrar este blog. Yo agregaría:
    18. Aún así, a pesar de todos tus viajes, de todos esos nuevos mundos conocidos y del que se ha convertido en tu nueva casa, muy en el fondo, siempre anhelas pasar tus últimos días en tu tierra!!

    O al menos eso espero yo, que soy de un país tropical.
    Saludos. Tienes un nuevo lector.

  7. Excelente lectura, lo mas importante de todo esto es aceptar los cambios, soltar lo material, aprender a valorar lo vivido, mantener los buenos recuerdos, y ser abiertos a nuevas experiencias…nosotros vamos rumbo a eso…mi familia y yo vamos a salir de nuestra querida Venezuela que actualmente esta agonizando ….y nos ha costado soltar y dejar que el cambio nos brinde nuevas oportunidades de enriquecernos en todos los aspectos…hasta en los cambios de clima que ciertamente puede afectarnos…pero es cuestión de costumbre ya será un paso más vencido y otros por dar..

  8. Te felicito por tan profundo análisis de lo que podemos llegar a sentir, pensar o extrañar dejando atrás a los más queridos y que llevas como una impronta en tu corazón, tu familia. Estoy en madrid hace 16 meses y la experiencia ha sido enriquecedora, más cuando vienes con tantas expectativas, con 2 maletas que son parte de tu vida pasada y con un pensamiento abierto para llenarlntu mente de conocimiento, encanto y experiencias que NO dudo que dejarán profunda huella en tu vida. Así qué para aquellos que no han dado el salto al vacío, soy de las que piensan que en la vida debemos atrevernos porque De otra manera nunca lo sabrás. Yo me atreví y doy Fe de que tu vida cambiara a pesar de las adversidades que puedas encontra, siempre merecerá la pena haber atrevido.

  9. Identificada con el articulo. He cambiado de hogar 5 veces en 33 años. Me fascina la adrenalina que genero en el cambio y al salir de la rutina. Dejé trabajos estables, hogar, negocios prósperos, padres, amigos, hijas, novios, pero no para siempre y cada vez que cambio me conozco mas y afirmo la esencia de quien soy, afirmo quienes son verdaderos en mi vida. Porque del cambio?
    Siempre en mente que “El que no arriesga No gana”. Y no hablo de dinero, sino ganancias espirituales.

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